miércoles, 2 de marzo de 2011

Página/12 :: Sociedad :: La chica que peleó por la muerte digna

¿Muerte Digna?

Lachica que peleó por la muerte digna
Melina González murió en el Hospital Garrahan después de varias semanas de pedir a los médicos que la durmieran para dejar de sufrir. Tras varios rechazos, el viernes la habían sedado. Su testimonio y reclamo por una ley fue difundido en Página/12.
Por Mariana Carbajal

Melina González, la adolescente de 19 años que desde fines de enero reclamaba a los médicos del Hospital Garrahan que la durmieran profundamente en sus últimos días para no sentir los dolores que la aquejaban y evitar el sufrimiento psíquico que la agobiaba por su estado terminal, finalmente murió ayer. “Melina acaba de dejar de respirar”, anunció a esta cronista su mamá, Susana Bustamante, por teléfono alrededor de las 17.30. “Se fue en paz”, agregó, entre lágrimas y sollozos. Y agradeció especialmente por el espacio que Página/12 le dio al reclamo de su hija por una muerte digna, favoreciendo así al debate por la necesidad de una legislación que cubra el actual vacío legal en torno del tema. “La vida es un derecho. No es una obligación vivir sufriendo”, sostenía Melina.

Mañana su caso será analizado en una reunión convocada por la Red Argentina de Bioética y Derechos Humanos, una iniciativa de la Asociación Bio&Sur de Bioética y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, en la que participarán miembros de más de medio centenar de comités de bioética de diversos hospitales públicos del país.

Desde el viernes, Melina había entrado en un sueño más profundo. Los médicos que la atendían habían concedido darle medicación para una “sedación paliativa”. Si hubiesen aceptado su voluntad antes, le hubiesen evitado casi un mes de dolores intensos y profundas angustias, especialmente de noche, como ella misma relató en una conmovedora charla que tuvo con este diario el miércoles de la semana pasada. En un dictamen fechado el 4 de febrero, el Comité de Bioética del hospital pediátrico había argumentado que el cuadro de la adolescente no era terminal como para justificar dormirla hasta que perdiera la conciencia. Incluso, afirmaban que su pedido estaba contaminado por los fuertes dolores que sufría, que no la dejaban pensar con lucidez.

Melina ya pesaba menos de 18 kilos y la enfermedad degenerativa del sistema nervioso que se le había empezado a manifestar a partir de los 3 años no quería darle más tregua. En su espalda quedaban las huellas de un tumor maligno que le extirparon en 2009 y por el que fue sometida a quimio y radioterapia a lo largo del 2010. Ya no podía incorporarse en la cama. Tenía dificultades para respirar. No tenía fuerzas ni para sostener una taza. Pero para los médicos no se encontraba en fase terminal. Ella se burlaba de sus pronósticos: “Creen que voy a salir a bailar la conga”, dijo el miércoles a este diario. Con una lucidez que contrastaba con su debilitado cuerpo, Melina pedía con seguridad “que me duerman, para poder estar en paz”. “No es digno estar así: tengo paralizado casi todo el cuerpo y lo poco que siento me duele. No puedo sostener ni una taza y tengo que estar acostada. Me ahogo, no puedo respirar. No es vida, no quiero seguir así. Y ellos no me entienden, piensan que siempre se puede salir adelante. Pero yo no doy más, no puedo”, señaló.

Hasta que su cuadro empezó a empeorar, Melina había hecho una vida normal, aunque tenía dos barras de titanio que apuntalaban su espalda con forma de S. Vivía en San Francisco Solano, en el sur del conurbano. Terminó el colegio secundario en el Instituto San Francisco Solano, de Claypole. Y se fue de viaje de egresados a Bariloche como cualquier chica de su edad. Estudiaba dramaturgia en el Centro Cultural Rojas y trabajaba haciendo tortas para eventos, hasta que su cuerpo no dio más. En sus planes tenía seguir además una carrera vinculada al cuidado del medio ambiente. Melina fue una chica fuera de serie. Ayer, estando dormida desde el viernes, su corazón dejó de latir. Melina se apagó ayer en paz.

http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-163303-2011-03-02.html

martes, 1 de marzo de 2011

AUNQUE NO LO VEAMOS, EL SOL SIEMPRE ESTÁ (vida cotidiana y Derechos Humanos).

1 marzo 2011 por Maria Claudia Cambi



Cuando daba clases de Derecho de las Obligaciones -en Rosario, Argentina, allá lejos y hace tiempo…- para demostrar a mis alumnos que el concepto de obligación no es una abstracción de los Códigos Civiles, que a cada momento realizamos hechos o actos jurídicos y generamos obligaciones, pedía que cuenten lo que habían hecho durante el día, desde esperar el transporte público junto a otra persona desconocida, comprar cigarrillos, conducir un auto, emitir una opinión sobre un tercero, etc.

Pues pasa lo mismo con los Derechos Humanos. No son una ficción. No son un listado de abstracciones en una Declaración. Tampoco son inalcanzables. Son tan cotidianos que podría decirse que son tangibles. Sólo necesitan que los tengamos en cuenta, que los usemos, que pensemos en ellos, que hablemos de ellos, que exijamos su cumplimento, que los respetemos, que discutamos sobre su alcance y aplicación a los casos concretos.

¿Hacemos el ejercicio que hacían mis alumnos de Derecho Civil? Empiezo yo:

Esta misma mañana, en no más de media hora dedicada a hojear la prensa y mirar las noticias, me encuentro:

a) Abro el periódico y leo las declaraciones de Monseñor Rouco Varela (el “jefe”de los Obispos de España) advirtiendo sobre la situación crítica del matrimonio en España, arremetiendo -como hace cada vez que puede y de forma obsesiva- contra el matrimonio igualitario (con más de cinco años de vigencia) y haciéndolo corresponsable -junto a las redes sociales- de la actual crisis económica, socio-política, cultural y ética, según sus propias palabras (o sea que la culpa de todo es de que los homosexuales puedan casarse y de la interacción en las redes sociales). Pues este señor, con sus declaraciones, está contrariando y haciendo apología de la violación del Artículo 16.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:

Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio.

Y si me apuran… también el Artículo 19 de la DUDH está siendo puesto en tela de juicio por este señor obispo:

Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

b) Dejo el periódico y mientras me tomo unos mates escucho al pasar -en la tele- otras declaraciones, esta vez del Sr. Juan Rosell, el “jefe” de los empresarios españoles, a quien se le ha ocurrido que ”los políticos deberían ser menos y ganar más”, en un estupendísimo alarde de elitismo, plutocracia, oligarquía, o como se os ocurra llamarlo. Pues no Sr. Rosell, en un Estado ideal y utópico, todo ciudadano debería -al menos una vez- ostentar un cargo público, compartiendo las responsabilidades del ejercicio del poder. Debería haber precisamente lo contrario: más políticos, más cercanos, y cuyo fin no sea enriquecerse. En el Estado ideal y utópico un cargo público no debería ganar más de lo que gana atendiendo su actividad privada, o tener unos ingresos medios. Las afirmaciones de Juan Rosell no hacen más que contradecir expresamente el Artículo 21.1 y 21.2 de la DUDH:

1.Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos.
2.Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país.
c) Terminan las noticias y comienza en la tele una entrevista al Dr. Rafael Matesanz, Director de la Organización Nacional de Transplantes. España es líder mundial en donación y transplante de órganos, gracias a la eficacia de un sistema que ya ha sido exportado y es ejemplo para muchos países. No sólo es el país con mayor número de donantes por habitante sino que -atención- tiene la más alta tasa de sobrevida. 20 puntos (si, leen bien) por encima de Estados Unidos. ¿A qué se debe la diferencia? Al sistema sanitario público español. No se debe a una mayor tecnología, ni siquiera a una diferencia relevante en cuanto a la preparación profesional respecto del país más poderoso del mundo. Sencillamente: una red sanitaria pública que garantiza al trasplantado el seguimiento y la atención adecuados, así como el suministro gratuito de los medicamentos durante toda su vida (algo que no existe en la gran potencia del mundo, y de lo que no todos somos conscientes). Pues eso, este SEÑOR (así, con mayúsculas) con sus declaraciones de hoy respaldando la sanidad pública y universal hizo por el Derecho Humano a la Salud contemplado por el artículo 25 de la DUDH mucho más de lo que cree.

Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.

“Los derechos humanos son sus derechos. Tómenlos. Defiéndanlos. Promuévanlos. Entiéndanlos e insistan en ellos. Nútranlos y enriquézcanlos… Son lo mejor de nosotros. Denles vida.” (Kofi Annan)

No olviden que -como dice una hermosa canción- están ahí, siempre, igual que el sol. Aún cuando no los veamos.

tomado de: DOS ORILLAS
Reflexiones, opiniones (y a veces berrinches), sobre la realidad diversa y común
http://dosorillas.wordpress.com/2011/03/01/aunque-no-lo-veamos-el-sol-siempre-esta-vida-cotidiana-y-derechos-humanos/